En mi opinión la Revolución Rusa es uno de los acontecimientos históricos más importantes del siglo XX, por no decir el más importante. No se le suele prestar la suficiente atención. Estos meses anteriores he estado leyéndome el libro del sovietólogo Richard Pipes La Revolución Rusa y me apetecía hablar de él. No quiero hacer una reseña, simplemente destacar una serie de cuestiones que surgieron tras la lectura de esta obra para plantear diversos debates. Preparaos, porque hoy en Conquista la Historia hablamos de la Revolución Rusa.
La dimensión temporal de la Revolución Rusa
El mayor acierto del libro de Richard Pipes es el de abrir el debate sobre la dimensión temporal de la Revolución Rusa. Normalmente, cuando hablamos de ella, pensamos que es algo que se circunscribe a los acontecimientos entre febrero y octubre de 1917. Este libro quiebra eso, la Revolución Rusa no es el asalto al poder de Lenin y el Partido Bolchevique, sino que es un proceso de enorme extensión dentro del cual se dio el asalto al poder por parte de los comunistas.
El libro sitúa el principio de la Revolución Rusa en los años finales del siglo XIX, cuando una parte de la intelectualidad comienza a cuestionar seriamente a la monarquía. Además, se centra especialmente en la revolución fallida de 1905 que obligó al Zar, a regañadientes, a hacer una reforma de su sistema de gobierno admitiendo la limitación de su poder por parte de la Duma. El final del ciclo revolucionario lo fija en la conquista del poder por parte de los bolcheviques y su consolidación en el mismo a través de la aplicación del terror.
Creo que es un debate que merece la pena plantear. No me cabe la menor duda de que los antecedentes de la Revolución Rusa los tenemos en las movilizaciones estudiantiles y de la intelligentsia a finales del siglo XIX. El año 1905 es una fecha clave para entender 1917. El asalto al poder de Lenin no hubiese sido posible sin el ambiente revolucionario, de total y completa inestabilidad política, creado por la quiebra del zarismo. Pero me da la sensación de que el autor a veces, en su intento de no identificar la Revolución Rusa con la Revolución Bolchevique, comete el error de llegar incluso a confrontar la Revolución Rusa con el asalto al poder de los bolcheviques. Viene a decir que, con la Revolución de Octubre, Lenin da un Golpe de Estado que pone fin al ciclo revolucionario y comienza un proceso contrarrevolucionario. Y eso, con perdón, creo que debe ser discutido.
Tiene mucha razón Domenico Losurdo cuando dice que en todo proceso revolucionario hay constantes acusaciones de traición. Y no es en absoluto extraño ver que se lanzan acusaciones en este sentido contra los bolcheviques por parte de sus contrarios. Sin embargo, creo que el historiador debe estar por encima de eso. El Partido Bolchevique ocupa el poder y ese cambio de posición política, alcanzar el gobierno, muta la naturaleza del propio partido. Pipes nos habla continuamente en su libro de cómo la realidad hace que el Partido Bolchevique modifique sus posturas políticas para adaptarse a las circunstancias, cambios que son en todo momento tácticos. Pero todo eso, pienso, tenemos que comprenderlo dentro del proceso revolucionario ruso.
Señalar el final de ese proceso es difícil. Desde luego, no creo que deba ser la Revolución Bolchevique. En mi opinión, el final se da tras la quiebra de la URSS y se consolida con la llegada de Vladimir Putin al poder de la Federación Rusa. Ahí el país ha alcanzado, parece ser, la estabilidad (algo que nunca pudo traer la URSS). Aunque, siendo sincero, es difícil saber si la estabilidad de Rusia puede llegar más allá del ciclo biológico de Putin. Esto, por supuesto, es una opinión personal. Otro límite que se le puede poner a la Revolución Rusa es el de la muerte de Stalin, con la soberanía del país garantizada y la industria plenamente desarrollada. Stalin coge Rusia siendo un país feudal y lo convierte en toda una potencia mundial. Pero la realidad es que, tras la muerte de Stalin, la URSS carece de estabilidad política y no da jamás la sensación de ser un proceso concluido.
Estos debates, todo hay que decirlo, son siempre muy subjetivos y tienen que ver con lo que cada uno entiende por revolución. Yo entiendo que la revolución es el paso, con episodios de violencia y tensión social, de una estructura a otra. Y en ese sentido, lo que ha vivido Rusia en el siglo XX es una Revolución que sobrepasa y supera lo sucedido en octubre de 1917. Aunque sin ese contexto revolucionario, Lenin jamás podría haber hecho lo que hizo. Pero de Lenin vamos a hablar ahora.
Lenin según Richard Pipes
Me ha chirriado muchísimo la imagen que Richard Pipes ofrece de Lenin. Entiendo el sesgo liberal y anticomunista del autor. Lo deja ver en sus escritos y es evidente en su trayectoria política, pero cuando nos ponemos a hablar de historia no debemos ser francotiradores, sino constructores de puentes. Esto no está para que cada uno busque legitimar sus posturas políticas en contra de los demás en la Historia. Se trata de encontrar en la Historia un espacio de debate y de diálogo en el que inevitablemente habrá desencuentros, pero en el que también podemos encontrar lugares comunes en los que estemos de acuerdo. Creo que esa es la auténtica base histórica de una democracia. Y en ese sentido, visiones sesgadas y surrealistas de determinados personajes históricos no ayudan. Y en este caso, Richard Pipes con Lenin comete, en mi opinión, un error.
Pipes solo vincula a Lenin con rasgos negativos. Lo pone como una persona con carencias de todo tipo, desde las morales hasta las intelectuales, un mediocre malévolo con suerte al que él trata de desenmascarar ante el público. Me parece que eso es una total y absoluta pérdida de tiempo. No me voy a perder en las polémicas historiográficas que hay sobre el tratamiento que Pipes hace de Lenin, de ello ya han hablado otros sovietólogos. Creo que podemos admitir y contemplar que Lenin tenía algunos rasgos que se le atribuyen en el libro: era un polemista, una persona radical a la que a veces tomaban por iluminado, un hombre impulsivo y que actuaba de manera implacable contra sus adversarios. Ya otros han hablado de él en ese sentido. Incluso creo que es un acierto que los rasgos autoritarios o violentos que tradicionalmente se le atribuyen a Stalin, Pipes los refleje en la práctica política de Lenin. Pero creo que hay cosas que se quedan en el tintero. Al fin y al cabo, estamos hablando de un revolucionario que llevó a los bolcheviques al poder y supo darle a Rusia un gobierno en un momento complicadísimo. En cierta manera, en medio del caos revolucionario, los bolchevique supieron dar una dirección al país y salvaguardar su integridad. Y en eso, algo tiene que ver Lenin.
Claves de la victoria Bolchevique
El libro pasa por alto la clarividencia de los bolcheviques, o más bien menciona sus aciertos clave para asaltar y conservar el poder como si fuesen errores o mezquindades. Creo que, sin ser falso lo que dice Pipes, podemos enfocar algunas cosas de otra manera. Por ejemplo, Richard Pipes parece que desacredita el asalto al poder de los bolcheviques como si fuese un simple golpe de estado, incluso yo diría que le resta carácter revolucionario por ello. Creo que eso es no enfocarlo adecuadamente, y lo digo con toda humildad.
Evidentemente la Revolución de Octubre no fue la toma del poder por las masas. Las imágenes de las calles llenas de gente movilizándose mientras Lenin les da directrices es pura ficción. Pero tampoco fue un simple golpe militar, menos todavía un golpe militar de carácter contrarrevolucionario como pueda parecer en el libro. Los bolcheviques no llegan al poder por accidente. Fue un movimiento táctico, en un momento de gran confusión política, que llevó a los bolcheviques al poder. Un golpe de estado, posiblemente, pero de carácter revolucionario. Un golpe que supuso un cambio radical de las instituciones políticas, sociales y económicas.
Tampoco el libro termina de dar un enfoque correcto, en mi opinión, a la capacidad del Partido Bolchevique para conservar el poder. Para él todo lo que hacen los bolcheviques está mal y cuando está bien, es por accidente, y se limita a mostrar su frustración por cosas que no solamente tienen sentido, sino que además demuestran una cierta habilidad por parte del partido liderado por Lenin.
Habla del Tratado de Brest como una derrota bolchevique. Y lo fue. Rusia perdió la Primera Guerra Mundial. Y la perdió estando en el bando que luego ganó. Pero el Tratado de Brest fue una inteligente maniobra de Lenin que dio oxígeno a la Revolución Bolchevique en un momento muy complicado (con la Guerra Civil) y consolidó a los bolcheviques en el gobierno. Las consecuencias de lo acordado no llegaron a ser negativas porque Alemania perdió la Guerra. Ciertamente, se vivió como una traición por una parte de los revolucionarios y los nacionalistas rusos, pero la realidad es que Lenin entendió que Rusia no podía seguir cargando con ese compromiso bélico, lo que ponía en grave peligro el proceso revolucionario.
Pipes tampoco entiende la diplomacia soviética, que se basaba por un lado en la diplomacia de la Rusia soviética como Estado y por otro en la actividad de los bolcheviques como partido de manera separada. Una diplomacia que permitía a los soviéticos tener relaciones en otros países, pero al mismo tiempo no renunciaba del todo a su compromiso con la revolución internacionalista.
El autor se frustra por el hecho de que los socialistas revolucionarios, los intelectuales y demás, no se atreviesen jamás a confrontar con los bolcheviques por miedo a favorecer a la contrarrevolución. Les acusa de no saber ver que el peligro contrarrevolucionario era Lenin. A partir de lo leído en el libro, yo entiendo que el Partido Bolchevique con Lenin a la cabeza tuvo la habilidad de ser el partido por el que pasaba la revolución. Nadie entendía la revolución sin ellos. Y, en cualquier caso, pese a las divisiones sufridas, todo el mundo tenía claro que el mayor peligro era la reacción zarista.
No puedes poner un proceso de conquista del poder como el que hizo el Partido Bolchevique como un simple accidente, del que es responsable todo el mundo menos los dirigentes del partido que ha ascendido al poder. No digo que caigamos en los tópicos de la historiografía soviética que veía el asalto al poder de Lenin como el resultado final de la lucha de clases, pero tampoco lo veamos como una sucesión de hechos azarosos que llevaron al poder a un partido tramposo que se basó en el engaño y la represión. Pienso que el ambiente era propicio a un asalto al poder como el realizado por el Partido Bolchevique, que supo interpretar bien el momento y dar a Rusia un sentido. Probablemente por eso, pese a sus errores y dificultades, no solamente alcanzaron el poder, sino que lograron conservarlo (en condiciones complicadísimas). Creo que eso no se plasma del todo bien en el libro. Da la sensación de que todo es un accidente. Y eso es simplista, en mi humilde opinión.
El Terror
España es un país fuertemente influenciado por la socialdemocracia y el eurocomunismo. El relato político afecta mucho a la percepción de la Historia. Eso se nota en la cuestión de la Unión Soviética y sobre todo en la persona de Stalin. En esta web ya hemos hablado de la percepción negativa que existe de Stalin y cómo esta choca con la percepción de sus contemporáneos. También de aquellos errores que cometió (a juicio de algunos estudiosos de su figura histórica, como por ejemplo Anselmo Santos) al final de su vida, con los cuales dilapidó buena parte del capital político acumulado gracias a su papel en la II Guerra Mundial. También mencionamos en ese artículo que la percepción que tenemos de Stalin bebe mucho de la propaganda de la Guerra Fría (de esto hablaremos luego) y del relato de los socialistas disidentes de su gobierno (en especial de los trotskistas). Este tipo de mitos y de excesos de la propaganda antiestalinista ya han sido tratados por Domenico Losurdo.
Este relato ha establecido (especialmente en la gente progresista) la percepción de que Stalin es un monstruo, un ser maligno, que traicionó los sueños iniciales de la revolución comunista en Rusia. Nace así la cuestión del estalinismo. Con Stalin se define la dictadura y con Stalin comienza el terror. Creo que uno de los aciertos del libro es romper este mito. Stalin no traiciona a Lenin, simplemente construye sobre los cimientos que este dejó. No sabemos si Lenin hubiese hecho lo que hizo Stalin. Jamás lo podremos saber. Pero sí sabemos que el sistema de partido único y la aplicación del terror revolucionario se da durante el gobierno de Lenin. El autor lo hace para establecer una condena total sobre la revolución, la cual era intrínsecamente perversa desde su mismo inicio. Pero, al margen de esa valoración completamente subjetiva, pone sobre la mesa una realidad: Stalin es una evolución de las políticas que Lenin introdujo.
Las masas sociales, las grandes olvidadas
Después de leer el libro, he echado de menos a las masas sociales. Pipes habla de los individuos y en concreto de los intelectuales. De hecho, creo que carga demasiada responsabilidad sobre la intelligentsia. Es cierto que no tenían bien tomado el pulso al pueblo, como suele suceder en los intelectuales (por otra parte). También es verdad que no supieron dar a Rusia un proyecto de país alternativo al zarismo. Pero creo que debemos preguntarnos por los actores sociales. La intelligentsia era la expresión intelectual de una clase media y media-alta que irrumpía en las grandes ciudades y buscaban una apertura de Rusia. Socialmente no eran mayoría y en un contexto democratizador, como es un proceso constituyente como el que se abre en Rusia tras la Revolución de Febrero, creo que quedaban en una situación débil frente a sujetos sociales que eran más decisivos (campesinos, obreros etc.).
Pienso que ahí jugaron con habilidad los bolcheviques que, si uno lee el libro, ve que manejaron con bastante sensatez la situación y midieron solventemente los tempos. Tenían un respaldo social notorio en las ciudades (como se pudo ver en las elecciones constituyentes de 1917) y supieron mantener la adhesión a la revolución del campo, mediante el pacto con los socialistas de izquierdas, hasta que tomaron el control de la situación. Creo que detrás de la Revolución Rusa y del asalto al poder de los bolcheviques hay algo más que grandes personalidades y maniobras, hay una sociedad que estaba sufriendo un proceso de cambios muy importante, abriendo la posibilidad a lo que al final pasó.
Es evidente que la Revolución Bolchevique no fue el final predestinado de una sociedad en desarrollo y los conflictos de clase. De hecho, pudieron haber pasado muchísimas más cosas. Pero también es cierto que la sociedad no puede ser comprendida como un sujeto pasivo y que, si bien debemos detenernos en el rol que jugaron determinadas personalidades, debemos hacerlo teniendo en cuenta cuál era la relación de esa personalidad con la sociedad y qué rol jugaba en ella como actores políticos.
Una historiografía de Guerra Fría
Pienso que al final tenemos que contextualizar este libro en el marco de la Guerra Fría. Aunque la reedición que yo he leído es de 2017, el original se escribió en 1991. En esos años había dos grandes relatos confrontados. Por un lado, el del bloque comunista (que en esos años se caía a cachos) que hablaba de la Revolución Rusa como la consumación inevitable del proceso histórico de la lucha de clases. Mientras que el bloque capitalista (pletórico y triunfante en ese momento) la veía como un simple accidente basado en la manipulación de masas y la represión. Es un buen trabajo, si tenemos en cuenta que no se reduce a un simple relato político. Menos todavía a un relato sectario enfocado al ataque a un grupo político. Para que nos entendamos, no es la bazofia de Memoria del comunismo que en su día escribió Jiménez Losantos, en la cual utilizaba una visión sesgada de la historia del movimiento comunista para atacar a Podemos. La Revolución Rusa de Richard Pipes es un libro de Historia que como tal busca resolver cuestiones historiográficas. Tiene muchas cosas positivas y desde aquí recomiendo su lectura. Pero pienso que la visión que presenta tiene un inevitable sesgo liberal y que debe entenderse, críticamente, desde ese punto de vista. Hay cosas que veo incompletas y afirmaciones que se pueden debatir. Pero, al final, para eso se escribe un libro de historia, para investigar, acercarnos a la realidad de nuestro pasado y abrir espacios de debate.
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