El asesinato de José Calvo Sotelo es uno de los episodios más controvertidos de la historia de España durante la II República. Se trata de un acontecimiento que ha sido utilizado políticamente y que todavía hoy es motivo de cierta controversia en el campo ideológico. Nuestra intención en este post es poner el acontecimiento en su contexto, entender la situación social de la II República en julio del 36 y el rol que Calvo Sotelo tuvo esos días. Por supuesto, también hablaremos de las consecuencias de su asesinato. Preparaos, porque hoy en Conquista la Historia hablamos del acontecimiento que para muchos dio inicio a la Guerra Civil Española.
Conflicto social
La situación de la II República en verano de 1936 era de gran conflicto social. El Frente Popular se había impuesto en las elecciones de febrero y las clases populares tenían enormes aspiraciones que ponían en peligro el estatus social de las clases propietarias. La política se expresaba en no pocas ocasiones mediante la violencia. Los partidos tenían milicias armadas que muchas veces terminaban chocando en enfrentamientos violentos que se saldaban con muertos. Importante fue en esos momentos el papel de los pistoleros de la falange, como también de La Motorizada (la milicia socialista). En esta página hemos hablado de la importancia de la milicia armada que organizó el PCE en los años previos a la Guerra Civil, posiblemente la mejor preparada de España.
Es en estos años de tremenda tensión social cuando nace el primer cuerpo antidisturbios de la policía, la Guardia de Asalto. En esta situación de crispación, las intervenciones parlamentarias del político conservador José Calvo Sotelo se volvieron muy populares. Puede que no fuese el principal líder de la oposición, pues tan solo era el representante de un partido con doce diputados, pero fue ganando popularidad en los meses previos a la Guerra Civil. En sus intervenciones se podía ver la radicalización política de la derecha y la polarización social.
El asesinato del teniente Castillo
Se suele hablar mucho del asesinato de José Calvo Sotelo, pero no tanto del asesinato de José del Castillo, perpetrado un día antes. El teniente Castillo fue un militar republicano de ideología socialista. Era miembro de la Unión Militar Republicana Antifascista, objetivo predilecto de los pistoleros falangistas y carlistas. Su compromiso socialista le llevó a instruir a La Motorizada y en 1936 solicitó ser transferido a la Guardia de Asalto.
El 12 de julio fue asesinado por unos pistoleros de la extrema derecha (algunos historiadores sostienen que eran falangistas, mientras que otros dicen que eran carlistas). Su asesinato tuvo un impacto tremendo en el republicanismo, en sus compañeros de la Guardia de Asalto, en una parte de la Guardia Civil (de la que su amigo personal Fernando Condés era capitán) y en los milicianos de La Motorizada.
Los adeptos de José del Castillo pedían y ansiaban venganza. Sus compañeros de la policía solicitaron a Juan Moles, ministro de la gobernación en ese momento, poder actuar contra la falange. Juan Moles les autorizó para detener a aquellos falangistas que ya estuviesen fichados para ponerles a disposición de la autoridad competente. Varios camiones de la policía salieron para dar caza a los falangistas. En uno de esos camiones estaban miembros de la Guardia de Asalto, de La Motorizada y Fernando Condés. Este camión es importante, pues en él sería asesinado José Calvo Sotelo.
El asesinato de Calvo Sotelo
José Calvo Sotelo fue un político de derechas. Tuvo un papel destacado durante la dictadura de Primo de Rivera. Durante la II República sobresalió como miembro de Renovación Española, un pequeño partido político monárquico y de derechas (en 1936 tenía un 2’5% del voto y 12 escaños). Calvo Sotelo tuvo una evolución política en los años 30 que le acerco al corporativismo y al fascismo. También, al igual que su partido, estuvo involucrado en las conspiraciones golpistas contra la II República. Sus incendiarias intervenciones parlamentarias en los meses previos a la Guerra Civil fueron muy populares en los sectores conservadores.
Su asesinato no fue un hecho planificado. Los camiones que salieron la noche del 12 de julio no salieron con el objetivo de matar a Calvo Sotelo, sino de detener a falangistas fichados para ponerlos a disposición de las autoridades competentes. Pero uno de esos camiones, en el que iba Fernando Condés, no dio con ningún falangista porque tenían direcciones falsas. En ese momento decidieron ir a la casa de algún destacado líder derechista para retenerlo o secuestrarlo. Pensaron en ir a por Gil Robles, representante del principal partido de derechas, pero en ese momento no se encontraba en su residencia (estaba de vacaciones). Finalmente decidieron ir a por Calvo Sotelo.
En la madrugada del 13 de julio se presentaron en casa de Calvo Sotelo solicitando que fuese con ellos. En principio, el político conservador se negó y aludió a su condición de diputado para resistirse a dicha detención. Cuando Condés se identificó como oficial de la Guardia Civil, Calvo Sotelo se tranquilizó y aceptó ir con ellos. Se despidió de su familia y prometió telefonearles cuando estuviese en la Dirección General de Seguridad. Jamás llegó e incluso bromeó sobre esa posibilidad antes de partir. Una de las personas que iba en ese camión, Luis Cuenca Estevas, militante del PSOE y guardaespaldas de Indalecio Prieto, le pegó dos tiros. Los tripulantes de la camioneta, asustados por lo sucedido, llevaron el cuerpo muerto de Calvo Sotelo al Cementerio del Este.
Graves consecuencias
Las repercusiones del asesinato de Calvo Sotelo fueron muy importantes. Sus asesinos lo sabían y acudieron raudos a los líderes socialistas para pedir socorro. Condés se presenció ante el diputado socialista Juan Simeón Vidarte, quien, horrorizado por el asesinato de Calvo Sotelo, le comunicó que no pensaba defender la causa de los asesinos en un juicio. Luis Cuenca, autor de los disparos, pidió ayuda al editor de El Socialista Julián Zugazagoitia, quien recibió la información con espanto, consciente de las terribles consecuencias sociales de semejante atentado. Nunca tuvo un buen concepto de Luis Cuenca. En general, la sensación era que el asesinato de Calvo Sotelo iba a provocar una escalada en la tensión social. Condés llegó a decir a Indalecio Prieto que estaba dispuesto a suicidarse, a lo que el dirigente socialista le contestó que ya tendría tiempo de enmendar sus errores sirviendo en la guerra futura que estaba por venir.
Por su parte, los sectores conservadores y las clases medias quedaron horrorizadas con el asesinato de Calvo Sotelo. Su entierro fue toda una expresión de dolor y radicalización de la España conservadora, con saludos fascistas incluidos (aquí tenéis una escena de la película Dragón Rapide que recrea esta ceremonia). Muchos veían la situación como insostenible y se volvieron más receptivos a una solución autoritaria, como la que plantearían los militares alzados unos días después. La II República quedó muy dañada, pues daba la sensación de que el gobierno no era capaz de controlar el orden público (en el mejor de los casos).
El asesinato de Calvo Sotelo fue utilizado por la propaganda franquista y por el nacionalismo español de la extrema derecha. Se presenta como el pistoletazo de salida al Golpe de Estado y, por lo tanto, tras su fracaso, de la Guerra Civil. La realidad es que los planes golpistas ya venían de antes, y sabemos que tanto Calvo Sotelo como su partido formaban parte de la conspiración. También intentaron imponer la idea de que el asesinato de Calvo Sotelo fue planificado por la II República. Sabemos que ni fue planificado, ni el gobierno tuvo absolutamente nada que ver con el asesinato. Fue un acto de represalia contra la derecha que llevaron a cabo las personas cercanas al teniente Castillo, dentro de ese ambiente de crispación y polarización social del que ya hemos hablado. Es más, se inició un juicio contra los asesinos de Calvo Sotelo que se vio interrumpido por el Golpe de Estado de los militares que dio paso a la Guerra Civil.
La Causa General que hizo Franco contra toda la República investigó también el asesinato de Calvo Sotelo. Dicha causa tenía un objetivo más propagandístico y represivo que jurídico. Los mitos antes citados sobre el asesinato de Calvo Sotelo tomaron forma durante dicha investigación. Los principales responsables de la muerte de Calvo Sotelo fallecieron durante la Guerra Civil. Fernando Condés participó en el asalto al Cuartel de la Montaña y más adelante fue nombrado técnico de La Motorizada. Falleció luchando en Somosierra. En Cartagena, las Milicias Populares dieron su nombre al cuartel que establecieron en la iglesia de San Diego. En la Sierra de Madrid también moriría Luis Cuenca. Al no poder juzgar a los ejecutores, el régimen franquista tuvo que conformarse con procesar a algunos oficiales de la Guardia de Asalto como el comandante Ricardo Burillo. A este último se le acusó de ser el asesino directo de Calvo Sotelo, acusación que siempre negó. Pese a que las acusaciones no tenían base alguna, fue ejecutado en 1940.
Seguramente, cada 13 de julio veréis tanto a los partidos de derecha como a su prensa decir que el asesinato de Calvo Sotelo ha sido olvidado. Personalmente, creo que la polémica de Calvo Sotelo es recurrente, siempre con ese trasfondo de manipulación histórica llevada a cabo por los grupos de extrema derecha. Los nombres que pocas veces vemos en las efemérides de la prensa o de los partidos políticos (ya sean de izquierdas o derechas) son los del teniente Castillo (asesinado, como muchos miembros de la Guardia de Asalto y de la Unión Militar Republicana Antifascista, por los pistoleros del falangismo), los de Luis Cuenca o Fernando Condés (quienes murieron defendiendo Madrid de los militares sublevados) o el del comandante Ricardo Burillo (juzgado por un crimen que hasta el día de hoy nunca se ha demostrado que realmente cometiese). Creo que es ahí donde están las carencias de la memoria e incluso me atrevería a decir que de la historiografía. Aunque esto no deja de ser una humilde opinión.
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