Andalucía en pie: Una breve historia de la autonomía andaluza

Andalucía Bandera

Estos días se ha hablado mucho de Andalucía y del Estado de las Autonomías. Además, el 28 de febrero es el Día de Andalucía. No se me ocurre mejor momento para escribir sobre este tema. Preparaos, porque hoy hablamos del proceso autonómico en Andalucía, uno de los momentos más icónicos de la Transición. ¡Andaluces en pie!

Constitución de 1812
Promulgación de la Constitución de 1812, obra de Salvador Viniegra

Una región periférica

Lo primero que hay que señalar es la posición periférica de la región andaluza. El territorio andaluz es rico históricamente. Ha vivido el surgimiento de dos de las primeras ciudades europeas, Cádiz y Málaga. También, en los tiempos del califato de Abderramán I, Córdoba fue la ciudad más grande de nuestro continente. Sevilla fue el puerto por el que llegaba y salía el comercio con las posesiones hispanas en América. Sin embargo,  durante la formación de la España contemporánea, Andalucía será una región marginada en el campo político y económico.

Y, ¿a qué se puede deber esta posición? Andalucía es una tierra liberal y moderna. Es en la ciudad de Cádiz donde nace la Constitución de 1812. Málaga tuvo un proceso de industrialización notable durante el siglo XIX. Y no, los andaluces no se volvieron atrasados y vagos como dicen algunos prejuicios injustos y clasistas. Lo que pasó fue que la vertebración del Estado liberal en España jugó en su contra. En lo que se refiere a transportes, Andalucía quedó marginada (aunque hay historiadores que han advertido de la simpleza de vincular a la ausencia de transportes la mala situación de Andalucía). Económicamente su burguesía era débil y poco a poco, se fue desindustrializando.

Podemos concluir por lo tanto que el siglo XIX se caracteriza por los contrastes. La región se industrializa y tiene un desarrollo económico importante, pero su economía se ve afectada por las pérdidas coloniales (tanto los procesos de independencia de las colonias de Latinoamérica durante la crisis del Antiguo Régimen como el desastre del 98). En Málaga había una pequeña burguesía provincial, pero el resto de las provincias andaluzas sufrieron los errores de la desamortización. Este proceso desamortizador tendrá como consecuencia la concentración de grandes latifundios en las manos de unas pocas familias de terratenientes. Esa fue la base del aislamiento Andaluz, una región que va teniendo un desarrollo diferente al del resto de España.

En el contexto de esta exclusión del desarrollo industrial y la modernización que vivía el conjunto de nuestro país, Andalucía no permanecerá sumisa. El descontento en Andalucía fue clave durante la Revolución Gloriosa (que comienza en Cádiz) y la rebelión cantonal (teniendo mucha importancia los cantones de Cádiz y Málaga).

Blas Infante Sevilla
Estatua de Blas Infante en Archidona.

Desde entonces Andalucía estuvo marcada por el conflicto social. Por un lado, movimientos anarquistas y por otro las reacciones autoritarias de los grandes propietarios. Se va gestando un regionalismo andaluz, minoritario, pero bien representado en la persona de Blas Infante. La II República lidió con este conflicto (no olvidemos el acontecimiento de Casas Viejas) sin poder resolverlo. La Reforma Agraria no respondió a las aspiraciones de los campesinos sin tierra. La Guerra Civil, que además dividió en dos a Andalucía, llevó estas contradicciones a sus últimas consecuencias. Después de la guerra, se consolida la posición periférica de Andalucía. Son años de hambre. Tan solo el boom del turismo y la emigración al extranjero o a regiones españolas industrializadas (especialmente a Cataluña) harán que la situación mejore.

Andalucía rompe el guion

Con esta situación de exclusión y atraso llega Andalucía a la Transición. En ese momento había un importante movimiento de oposición a la dictadura en la región. Andalucía vivió con mucha intensidad uno de los aspectos más interesantes de nuestro tránsito a la democracia, la descentralización del Estado (de la que ya hablamos cuando comentamos las claves de la Transición y la pluralidad de la nación española). En la Constitución Española de 1978 se dispusieron dos vías para lograr la Autonomía. Había una extraordinaria reservada para aquellos territorios que se consideraban nacionalidades históricas y otra ordinaria. Las nacionalidades históricas en realidad eran los territorios contaban con un estatuto de autonomía en la II República. Es decir: Cataluña, País Vasco y Galicia. Al resto de territorios les quedaba la vía ordinaria para formar una autonomía y en teoría deberían tener menos competencias.

Andalucía sin embargo rompió el guion. Quiso tener la autonomía por la vía extraordinaria, en contra de las pretensiones del gobierno de la UCD. La movilización social fue clave y la izquierda capitalizó esta aspiración. El 28 de febrero de 1980 se celebró un referéndum para decidir la autonomía de Andalucía. Pese a la campaña de la derecha en su contra, los andaluces apoyaron la autonomía por la vía extraordinaria. En 1981, Andalucía aprueba su Estatuto de Autonomía.

La historia de la autonomía andaluza es una historia de éxitos. No era extraño, iba en la línea con el progreso de España desde su entrada en la Unión Europea. El acceso al FEDER y el PER permitió una mejora en el nivel de vida. También hubo mejoras notables en las infraestructuras y en los servicios públicos. El AVE que va de Sevilla a Madrid es posiblemente el mejor ejemplo de este progreso.

Esta historia de éxitos puede justificar la larga hegemonía del PSOE en Andalucía. Ellos capitalizan el sentimiento autonomista y las conquistas de las movilizaciones sociales. La derecha pagó el precio político de su oposición las pretensiones de Andalucía de tener autonomía por la vía extraordinaria.

Palacio de San Telmo, Sevilla
Palacio de San Telmo, sede del gobierno de la Junta de Andalucía.

La actualidad de la autonomía andaluza

2007 se aprueba con el voto del PP, el PSOE e Izquierda Unida una reforma del Estatuto. Ahí se dice que Andalucía es una nacionalidad histórica cuyo padre es Blas Infante. La autonomía se consolida. Sin embargo, es en estos años, también, cuando comienza el desencanto con la situación de Andalucía. Pese a las diversas ayudas, tanto del Estado como de la Unión Europea, Andalucía sigue teniendo una renta per cápita inferior a la del conjunto de España y de Europa. Además, la crisis económica de 2008 tuvo unos efectos devastadores en Andalucía. Se destruyó muchísimo empleo (a día de hoy es una de las regiones con mayor tasa de paro de toda Europa). El descrédito va a más si tenemos en cuenta la corrupción que ha impregnado la vida política. El ejemplo más escandaloso es el del caso de los ERES (aunque también podríamos mencionar al caso Malaya).

Sin duda este descontento está detrás del desgaste socialista en Andalucía. Ya en las elecciones de 2012 quedó por detrás del PP. En 2015 ganó, pero sin recuperar una gran parte de los votantes perdidos y necesitando el apoyo de Ciudadanos para gobernar. Y en 2018 pasó lo que tenía que pasar: la izquierda es por primera vez incapaz de formar una mayoría y Andalucía tendrá por primera vez un gobierno de derechas. Gobierno que además cuenta con el apoyo de VOX. Este partido de extrema derecha propuso al Partido Popular, sin éxito, que Andalucía se dejase de considerar una nacionalidad histórica en su estatuto, cambiar el Día de Andalucía del 28 de febrero por el día de la Reconquista del 2 de enero, cerrar Canal Sur y devolver al Estado Central competencias esenciales (educación, sanidad etc.).

¿Y tú qué opinas?  ¿Es la autonomía andaluza una conquista democrática? ¿Existe una dialéctica de estados entre las diferentes autonomías españolas? ¿Cuál será la solución a nuestra cuestión territorial y qué papel puede jugar Andalucía en ella? Da tu opinión y participa.

Pedro Sánchez Prieto

Pedro Antonio Sánchez Prieto. Graduado en Historia y Máster en Investigación y Estudios Avanzados en Historia por la USAL.

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