1984. La distopía de Orwell

1984

Cada vez que vemos un régimen en el que hay un cierto control de la población o cada vez que descubrimos una nueva red de espionaje, hablamos del mundo orwelliano. En el año 1949, George Orwell escribió un libro llamado 1984 que tendrá una trascendencia increíble en el mundo de la literatura y en el pensamiento político. Pero… ¿vivimos de verdad en un mundo orwelliano? Aquí no vamos a hacer un comentario de texto, vamos a contextualizar la obra de George Orwell en su tiempo y en su experiencia vital. Y después de eso, me atreveré a dar una tímida opinión personal sobre su actualidad.

El autor

George Orwell
George Orwell

George Orwell fue un periodista británico. Le conocemos por obras como Rebelión en la Granja o 1984. Posiblemente sea uno de los escritores de lengua inglesa más importantes del siglo XX. Nosotros no vamos a hacer un comentario literario de su obra, no tenemos competencia para ello. Simplemente queremos destacar la importancia de las vivencias del autor en 1984. Y para ello hay que tener en cuenta tres cosas: el antiimperialismo, el socialismo y el anti-totalitarismo.

Orwell fue un exponente destacado del socialismo democrático, extremadamente crítico tanto con el régimen soviético como con el terror nazi. Y eso tiene muchísima influencia en la obra que vamos a contextualizar. Quiero incidir en dos aspectos que considero importantísimos. Uno es la cercanía de Orwell con las tesis trotskistas, sobre todo durante la guerra civil española (en la que se relacionó con el POUM). El otro punto es la cuestión del totalitarismo.

Su experiencia en la guerra civil española

Curiosamente, una de las experiencias vitales más importantes de George Orwell fue su participación en la guerra civil española. Convencido del ideal socialista y democrático, George Orwell acudió a España con la intención de combatir el fascismo. Llegó a Barcelona y se alistó como miliciano. Se acercó al POUM (partido comunista de tendencia trotskista) y al sindicato anarquista CNT. Quedó fascinado por la experiencia revolucionaria, socialista y libertaria que se estaba dando dentro de la guerra.

Sede catalana del POUM

Como bien sabemos, la experiencia revolucionaria de la CNT y el POUM creó una importante división dentro del bando republicano. Su punto culminante fue los sucesos de mayo de 1937. En este conflicto se enfrentaron las autoridades republicanas a la revolución social que planteaban los trotskistas y anarquistas. Finalmente, la República consiguió controlar la situación y los intentos revolucionarios se vieron frustrados. En este choque tuvo un papel muy importante el Partido Comunista, quien defendió la necesidad de priorizar el triunfo sobre los fascistas en la guerra civil y rechazó la idea de plantear una revolución social en España aprovechando esa coyuntura.

Orwell, fascinado con la experiencia anarquista, fue muy crítico con lo que él consideraba un comportamiento autoritario y estalinista por parte del PCE. De los sucesos de mayo y la posterior persecución al POUM habló mucho en vida George Orwell, e incluso le dedicó una obra titulada Homenaje a Cataluña. La experiencia en la guerra civil española tuvo muchísima influencia en su pensamiento, pues desde ese momento comenzó a señalar al totalitarismo como enemigo del socialismo democrático que él defendía.

El totalitarismo

La oposición al totalitarismo será clave en el pensamiento de Orwell y sin él es muy difícil entender una obra como 1984. La gran obsesión de Orwell tras su participación en la guerra civil española será al defensa de la democracia contra el totalitarismo. Consideraba que las sociedades democráticas capitalistas necesitaban un cambio radical, pero seguía siendo preferible al terror nazi-fascista o estalinista.

Pero… ¿qué es el totalitarismo? Pues definiciones del totalitarismo hay casi tantas como autores. Pero todas coinciden en algo básico: los regímenes totalitarios son la máxima expresión de la política autoritaria, un Estado controlado por un partido con un fuerte liderazgo (ya sea de una persona o un pequeño grupo de personas) que ejerce el dominio total sobre todos los aspectos de la vida. Para ejercer ese dominio se vale de la policía política, la propaganda, la vigilancia y la persecución de los disidentes. Es una expresión cuyo origen es político, pero que también terminará siendo académico.

No podemos desarrollar aquí todo un análisis sobre lo que es el totalitarismo. Sí decir, a grandes rasgos, que esta expresión nace en los años 20 del siglo pasado en Italia y Alemania, ligada a las experiencias nazi-fascistas, y que luego ganará importancia durante la II Guerra Mundial (el totalitarismo será el gran enemigo de los antifascistas). Durante la Guerra Fría, cuando la Unión Soviética aparece como gran enemiga de los Estados Unidos, las teorías del totalitarismo empezarán a incluir dentro de esta práctica a la URSS (en especial a Stalin). Era una manera de equiparar el comunismo y el nazismo. Como vemos, se trata de un término político cuyo uso no se puede entender sin ese contexto propagandístico.

Personalmente, veo dificultades para entender la política desde el totalitarismo. El poder que un Estado ejerce según dichas teorías es imposible de aplicar en el mundo real. Ni el nazismo, ni el fascismo ni el comunismo soviético se adaptan fielmente a la definición del totalitarismo. El fascismo y el nazismo eran policracias, donde una serie de grupos conservadores mantenían una dictadura que se basaba en un pacto autoritario en torno a un líder fuerte. En la URSS, ni el partido era tan monolítico ni el Estado tenía tanto poder sobre el país. Y no se puede analizar la URSS como un todo uniforme, como si fuese lo mismo hablar de ella en los años 30 que en los años 70.

Diversos autores han planteado una revisión sobre este término, diciendo que funciona más como una etiqueta que las democracias occidentales ponen a sus adversarios que como una categoría útil para entender experiencias políticas o históricas. Una manera que tienen los liberales de equiparar dos experiencias tan distintas como pueden ser el comunismo y el nazi-fascismo. Otros autores han visto rasgos del totalitarismo en las democracias representativas capitalistas.

Evidentemente decir que el nazismo, el fascismo y la URSS no son regímenes totalitarios no supone ningún tipo de blanqueamiento. No se trata de hablar de la represión o de las prácticas inhumanas dentro de estas experiencias históricas, esa es otra cuestión y otro debate, se trata simplemente de comprender sus relaciones de poder. Y eso es imposible si los entendemos como regímenes monolíticos, totalitarios, sin otro actor público más allá del Estado o el partido.

1984

1984 de George Orwell
1984 de George Orwell

A finales de la década de los cuarenta del pasado siglo, Orwell publicó su libro 1984. El libro nos pone ante un futuro distópico en el que la vida pública y privada están controladas por un Estado totalitario, liderado por el Gran Hermano y que cuenta con una amplia red para vigilar a los ciudadanos y controlar su pensamiento. Evidentemente la obra está marcada por la mala experiencia que tuvo Orwell con los comunistas durante la guerra civil española. En su obra, el autor refleja su visión sobre el régimen soviético. Por ejemplo, el Gran Hermano es claramente Stalin (su culto a la personalidad). El Ministerio de la Verdad hace una alusión a la propaganda comunista y Emmanuel Goldstein (el enemigo del pueblo) representa a Trotski. No vamos a entrar en un análisis a fondo, pero dejamos claro que 1984 es una crítica de Orwell al totalitarismo que según él representaba el régimen comunista de la URSS.

Una tímida opinión personal

La influencia de la obra de Orwell es muy importante. Sin duda, 1984 es una gran novela, pero sinceramente creo que su mensaje político y su paralelismo con la realidad debe ser puesto en cuarentena. Como hemos dicho, el totalitarismo es un concepto que está siendo revisado y cuya aplicación para entender las experiencias históricas del nazifascismo y del comunismo es complicada. Tampoco creo que el mundo avance hacia una distopía como la que nos presenta Orwell. Sí es cierto que hay un cierto control de la población mediante el espionaje (yo mismo he hablado aquí del caso de Facebook), pero ese control no se ejerce mediante un Estado totalitario que reduce a la nada cualquier tipo de libertad. Creo que nuestra sociedad avanza y se parece más a lo visto en Un mundo feliz. El control del poder sobre la sociedad se ejerce mediante la supuesta libertad, el consumo, el ocio y la manipulación de los sentimientos. Una cárcel sin muros, con apariencia democrática, de la que la gente no imagina si quiera escapar.

Las preocupaciones que vemos en 1984 no se reflejan en la sociedad en la que vivimos, aunque se utilice de manera propagandística en ocasiones. Actualmente no tenemos falta de información o de control estatal sobre ella, tenemos un problema de saturación de información y calidad de la misma. Los grandes retrocesos democráticos de los últimos años no se están dando por los abusos de Estados fuertes o su control del pensamiento mediante un discurso monolítico sostenido sobre la censura. Se están dando por la debilidad de los Estados democráticos a la hora de afrontar movimientos populistas que utilizan la libertad de expresión para intoxicar el debate público y montar campañas de manipulación masiva mediante noticias falsas.

Esto, por supuesto, no deja de ser una opinión personal perfectamente discutible. A mi parecer, el mensaje político de 1984 debe ser entendido en su contexto. El de una persona con un pensamiento cercano al anarquismo y el trotskismo, contrario a la Unión Soviética, que entendía como un régimen totalitario. Expresa unos temores concretos, la gran amenaza que el comunismo (mejor dicho, el colectivismo) suponía para las libertades individuales. Preocupaciones que en modo alguno se pueden identificar con las actuales, dado que, si tenemos un problema ahora, es el excesivo individualismo de algunos sectores de la sociedad.

La vigilancia, el espionaje y el control policial es algo que se da en todo tipo de regímenes y sociedades. Aquí hemos hablado del espionaje al que fueron sometidos Martín Luther King y Albert Einstein en Estados Unidos por su activismo político. También de la manera en que Facebook juega con nuestros datos personales y los pone a disposición de oscuros intereses políticos con nefastas consecuencias. Incluso el mismo Orwell colaboró con los servicios secretos del Reino Unido, facilitando el nombre de algunas personas que podían ser consideradas como peligrosos comunistas (entre ellos, por ejemplo, Charlie Chaplin). El autor que popularizó expresiones como Gran Hermano o Policía del Pensamiento, terminó pareciéndose ligeramente a su producto de ficción.

¿Y tú qué opinas? ¿Crees que el totalitarismo explica realidades políticas desarrolladas a lo largo de la historia? ¿Avanzamos hacia una distopía orwelliana?

Pedro Sánchez Prieto

Pedro Antonio Sánchez Prieto. Graduado en Historia y Máster en Investigación y Estudios Avanzados en Historia por la USAL.

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