Aún tenemos demasiado reciente las últimas elecciones presidenciales en los Estados Unidos. Por un lado, el excéntrico candidato republicano Donald Trump y por otro lado, la candidata demócrata del “establishment”, Hillary Clinton. Ambos cargaban a sus espaldas diversas polémicas y en los diferentes debates televisivos no dudaron en atacar duramente, al contrario. Finalmente, el 8 de noviembre se demostró que, de nuevo, las encuestas no habían acertado y Donald Trump fue ganando importantes estados (como Ohio y Florida) hasta que alcanzó, y superó, los 270 votos electorales. Las bolsas y los titulares de todo el mundo temblaron al conocer la noticia. No es mi intención en este post exponer cuáles fueron las causas del triunfo de Trump. Lo que quiero es resaltar las peculiaridades del funcionamiento del sistema electoral norteamericano, algunas curiosidades, y exponer varias cuestiones.
Un poco de historia…
Queridos lectores, os animo a que viajéis al pasado, pero sin moveros de dónde estéis y os imaginéis Estados Unidos en el siglo XVIII, las largas distancias y las malas comunicaciones. Además, no existía un sentimiento verdaderamente profundo de identidad nacional. En estas condiciones los padres fundadores, para evitar que las campañas se centraran en aquellos estados más grandes y estos acumulasen todo el poder, crearon un modelo para que el presidente y el vicepresidente fueran elegidos por el voto de los ciudadanos, pero de forma indirecta.
El sistema electoral de Estados Unidos
No hay que olvidar que Estados Unidos fue una de las primeras repúblicas del mundo y que, a su vez, aquellos que defienden el modelo estadounidense afirman que se trata de un referente democrático. Evidentemente no se puede negar la complejidad del mismo, sin embargo, vamos a tratar de explicar cuál es su funcionamiento.
Para empezar, se trata de un sistema bipartidista (el Partido Republicano y el Partido Demócrata). Existen otros partidos, como el Partido Verde o el Partido Socialista, pero apenas tienen ni voz, ni voto y quedan relegados por los dos principales partidos. Los ciudadanos estadounidenses no votan directamente al que será su presidente durante los siguientes cuatro años. Entonces ¿a quién están eligiendo mediante su voto? Pues a los 538 miembros del Colegio Electoral.
Estos 538 votos electorales se distribuyen entre los 50 estados que conforman los Estados Unidos y Washington D.C. (no se trata de un estado, pero tiene tres electores). El número de electores en cada estado es proporcional al número de habitantes y como mínimo en cada uno de los estados siempre hay tres delegados. Veamos a continuación un mapa para comprenderlo mejor.
Podéis observar que hay estados como California o Texas dónde el número de electores es elevado. Por lo tanto, existen estados que van a tener más importancia que otros y van a resultar decisivos.
¿Quién gana en cada Estado?
Aquel candidato que gane en número de votos populares en un determinado estado, aunque sea con una mínima diferencia (por ejemplo 50,1% de los votos frente al 49,9% de los votos del contrincante) ganará todos los votos electorales. ¿Os parece esto democrático? Existen dos excepciones, en los estados de Maine y Nebraska los votos son distribuidos de manera proporcional a cada candidato. Esta es la razón por la que un candidato puede conseguir la presidencia teniendo menos votos populares que el adversario. Situación que se ha dado en varias ocasiones en la Historia de los Estados Unidos, como es el caso de las últimas elecciones entre Donald Trump y Hillary Clinton. Aquel candidato que obtenga como mínimo 270 votos electorales se convertirán en el siguiente presidente de la primera potencia mundial.
Quienes critican el modelo electoral de EE.UU. se centran en evidenciar que pese a que un candidato pierda en 39 de los 50 estados, este podrá resultar vencedor mientras gane en 11 estados clave (además de los 3 electores del Distrito de D.C.). Desde mi punto de vista este sistema fomenta que el voto de aquellos ciudadanos que vivan en un estado clave tengan mucho más peso que aquellos que no.
¿Quiénes quedan fuera?
Pues los 4 millones de habitantes de las Islas Vírgenes de los EE.UU., Guam, Puerto Rico y las Islas Marianas del Norte. Todos estos territorios dependen de EE.UU. aunque tienen un régimen de dependencia diferente. Los dos primeros son territorios no incorporados a los EE.UU. y los dos últimos son Estados Libres Asociados. Existen una serie de diferencias en las que no me voy a detener, pero ninguno de sus habitantes puede elegir al presidente de los EE.UU.
Lo curioso del asunto es que aquellos ciudadanos estadounidenses que vivan fuera de su país sí pueden votar por el último estado en el que residían. Sin embargo, si van a vivir a alguno de los territorios anteriormente citados su derecho a votar queda anulado. Pero aún resulta más curioso que desde 1997 los astronautas de la NASA pueden votar desde el espacio (el primero fue David Wolf), pero estos 4 millones de personas no. Curioso y para nada democrático.
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Aquí os he presentado de una forma muy sencilla cuál es el funcionamiento de este peculiar sistema electoral. Ahora os planteo algunas cuestiones para que os animéis a dejar vuestro comentario y podamos debatir entre todos. ¿Realmente se puede considerar democrático un sistema electoral que deja de lado a casi cuatro millones de habitantes? ¿Creéis que existe alguna posible solución para eliminar la desigualdad de importancia entre los estados? Es cierto que se ha intentado cambiar la Constitución de los EE.UU., pero su complejidad y el poco interés no han posibilitado su restructuración. A pesar de la complejidad de la misma, ¿consideráis que es necesario un cambio en el sistema electoral, y por tanto en la Constitución de Estados Unidos? Esto ha sido todo, como siempre disfrutad, aprended y participad.
Muy interesante, Ricardo. Creo que deberíamos profundizar en este tema y otros que tengan que ver con la Historia de los Estados Unidos. La cuestión de los sistemas electorales y sus consecuencias, en Estados Unidos y en otros países, me parece interesantísima también.
Un saludo.