China es el estado soberano más poblado del planeta tierra y es gobernada por el Partido Comunista. Junto con Vietnam, Laos, Cuba y Corea del Norte, es el único país comunista que ha sobrevivido al colapso de la URSS. China es un estado unitario con 22 provincias, cinco regiones autónomas, cuatro municipios controlados por el poder central (Pekín, Tianjin, Shangai y Chongqing) y dos regiones administrativas especiales (Macao y Hong Kong). Además de estos territorios, China espera ejercer soberanía sobre Taiwan (la “China capitalista”).
Pero lo que nos hace escribir este post no es que China sea una superviviente de la quiebra de la URSS, tampoco su pluralidad cultural, sino el hecho de que sea una prometedora superpotencia. Atención amigos, porque hoy toca hablar de China, su pasado, su presente y sus posibilidades de futuro.
Lo normal y la excepción
China ya es una potencia regional en Asia y una potencia considerable a nivel mundial. Está haciendo una importante escalada como potencia económica y militar, de hecho, hay quien ya considera que es la segunda gran potencia (formando con Estados Unidos un G2). No debe extrañarnos que China tenga este papel destacado. Lo raro no es que China sea una importante potencia a nivel mundial sino su papel irrelevante durante el siglo XIX y parte del XX (básicamente hasta la República Popular y su apertura al exterior).
Ya tendremos tiempo para hablar de todas las fases históricas de China para que conozcáis sus largos periodos de progreso y sus breves momentos de decadencia. De hecho, en este post queremos poner en valor el papel de China como una gran potencia con la intención de complementar esta información en los próximos días con unos posts que nos hablen de cómo esta situación es fácil de entender si tenemos en cuenta la Historia. China no está surgiendo como nueva potencia, sino que está recuperando el papel que perdió como gran potencia que fue en su día. Quedaos con esto porque volveremos con ello en próximos artículos.
Camino de ser una gran potencia
China es cada vez un actor global más importante. Está empezando a tener una gran relevancia en continentes como América Latina o África, al igual que comienza a construir organismos internacionales de todo tipo que refuerzan su liderazgo. Con la Organización de Cooperación de Shanghái crea su propio organismo enfocado a la defensa, algo así como una OTAN china. Esta sirve para proteger a los estados miembros ante amenazas como el terrorismo, el separatismo o los radicalismos antisistema, así como la ciberdelincuencia o el narcotráfico. Este organismo sirve a su vez para crear un espacio de relaciones internacionales alternativo a los grandes organismos hechos por las democracias liberales.
También China tiene un banco multilateral para construcciones de infraestructuras en Asia y el Pacífico, el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (ABII). Una entidad que funciona bien y que ha logrado incluso adhesiones de países occidentales como Reino Unido, Italia, Alemania y España (por supuesto, en contra de los intereses de los Estados Unidos). También tienen el Nuevo Banco de Desarrollo para los países BRICS (los emergentes: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Debemos mencionar también el PECR (Partenario Económico Comprehensivo Regional), la alternativa china al TPP (Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, por sus siglas en inglés). Sus posibles estados miembros representan el 39% de la economía mundial, más de lo que representaba el TPP antes de que Trump frustrase el proyecto. El culmen de todo es la Iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda, un ambicioso plan de infraestructuras y conexión cultural.
Tengamos en cuenta que la democracia no es EL sistema, sino que es un sistema. Había otros antes que ella, habrá otros después (de hecho, hay quien habla de post-democracia) y hay sistemas alternativos a la democracia en el periodo actual. Conectemos está idea con el hecho de que Asia es un terreno en el que el capitalismo se ha desarrollado sin introducir una ideología liberal occidental (el caso de Singapur, del que hemos hablado en este post, es un ejemplo clarísimo). Estos organismos sirven para que China compita con occidente defendiendo un modelo alternativo al de los Estados Unidos. El terreno en disputa es Asia Central y el Gorfo Pérsico. Posiblemente por eso la Guerra Civil de Siria (de la cual también hemos hablado en esta web) es tan importante. Quien tenga esa región, tiene más cerca el poder global.
En esta senda de integración, Rusia es un compañero de viaje de China. La ruptura sino-soviética fue algo que hizo daño tanto a la URSS como a China (por supuesto fue fatídico para el movimiento comunista internacional). Posiblemente las intenciones de China de ser una gran potencia mundial consideran necesaria una buena relación con Rusia (de hecho, el acercamiento de Donald Trump a Rusia se entiende como una estrategia para provocar otra ruptura entre ambos países que beneficie a los intereses de los Estados Unidos).
Las expectativas de China son buenas. Es una potencia emergente que está experimentando un gran progreso, mientras que Estados Unidos está en decadencia, incapaz de superar sus problemas de déficit y empleo, polarizada políticamente hasta extremos imposibles de imaginar hace unos años.
Los problemas
Aunque China tiene un futuro prometedor, su camino para ser la principal súper potencia del mundo tiene todavía algunos baches. Es posible que, si los demás países de Asia perciben a China como una amenaza, acaben conformando una coalición contraria a sus intereses que debilite su posición como líder global (en este blog hemos hablado de algunas de estas tensiones regionales). Esto es algo a tener en cuenta en medio de los intentos de Donald Trump por desestabilizar la región. Normalmente las hegemonías traen enemigos y si tienen capacidad de unirse para cortar el camino al nuevo líder, te pueden poner en grandes aprietos.
China tampoco tiene capacidad, de momento, para hacer frente a los Estados Unidos. No les conviene una confrontación directa con un país que todavía, a día de hoy, es una potencia más relevante que ellos. Por eso China tiene una política internacional pacífica en la que intenta evitar, en la medida de lo posible, enfrentarse a los Estados Unidos. El conflicto perjudicaría a China ya que muchos de sus socios lo son por cuestiones económicas más que ideológicas o políticas. Una situación límite que les obligara a posicionarse, jugaría en contra de los intereses chinos.
Otro problema es que China tiene al alcance de la mano el poder duro (economía, ejército etc), pero está lejos de tener el poder blando. Las ideas políticas, la cultura occidental y sus productos (series de TV, industria del cine, música, etc.), son hegemónicos en el mundo y en ese sentido China todavía no puede competir con ellos. De tener China el poder duro, Estados Unidos conservaría el poder blando. Para China sería muy difícil establecer una conciencia social, un “sentido común”, favorable al sistema político y económico que defiende. Hollywood tuvo un rol fundamental en la creación de un estado de conciencia hostil hacia el modelo comunista soviético, y podría hacer exactamente lo mismo con China (ya lo hace en contra de Irán).
La economía China va bien, sí, pero en ese campo también hay piedras en el camino. El gigante asiático debe mejorar su PIB pc. Además, la economía de China es dependiente, son la fábrica del mundo. Es cierto que fabrican productos de alta gama, pero de ellos el 83% son para compañías extranjeras. China carece también de materias primas dentro de la cual cabe destacar el caso del petróleo y su dependencia de Irán (algo que puede estar relacionado también con determinadas tensiones que se están dando entre el país persa y los Estados Unidos).
Otros problemas son los salarios, la pirámide demográfica, la brecha de género, etc. Son problemas cuyas consecuencias no podemos calcular aún, pero están ahí y en algún momento serán visibles. También China necesita más talento y más desarrollo científico. La diáspora China por el mundo ha traído mucha innovación, pero también hacen falta profesionales de fuera que puedan aportar al desarrollo del país.
El progreso chino genera contaminación. Tradicionalmente China no se ha tomado en serio la cuestión de la contaminación y han apelado al modelo de Kuznets para justificarse. China no puede renunciar al progreso, menos todavía si quiere ser una potencia global, pero tampoco puede hacer un progreso que se base en destruir el planeta Tierra. Para alcanzar los actuales niveles de desarrollo, los países occidentales tuvieron que contaminar y ahora es difícil que China acepte no contaminar y renunciar a un progreso semejante al de occidente. Es un problema complejo que el país cada vez se toma más en serio.
Otro peligro es el político. Para que China logre ser una gran potencia es imprescindible la estabilidad del Partido Comunista, lo cual es fundamental para evitar una crisis institucional. La corrupción política en la administración pública y en el Partido Comunista han sido motivo de controversia y descontento público, en ese sentido es una gran amenaza que el gobierno de Xi Jinping se está tomando muy en serio.
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Con sus problemas y sus aciertos, China se ha colocado como una gran potencia mundial, aspirante a ser la próxima súper potencia. Habrá que estar atentos a lo que pase en los próximos días. Y vosotros qué opináis, ¿puede ser China una súper potencia mundial? ¿El triunfo de Trump les permitirá ejercer el liderazgo mundial? ¿Qué puede aportar la Historia a la comprensión de esta situación? Opinad y participad. Volveremos a esta cuestión en próximos posts.
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