Contaba Miguel Maura que durante la proclamación de la II República vio a una multitud atacando una estatua de Baldomero Espartero al grito de “Vamos a ejecutar a este tío”, él respondió recordando que “ese tío” había sido uno de los líderes liberales más importantes. No vamos a hablar aquí de la transición de Baldomero Espartero de ídolo al olvido. De lo que sí que vamos a hablar es de grandes movilizaciones de masas y atentados a monumentos. Y no, amigos, los ataques a los monumentos como gesto simbólico no tiene nada de nuevo ni es fruto de la posmodernidad, es algo que ha sucedido habitualmente cuando hay disturbios. Este tipo de actos vandálicos no solamente nos escandalizan cuando atacan monumentos de cierto valor artístico o humillan a un personaje histórico al que admiramos, también nos dice mucho sobre las percepciones históricas y sobre el momento sentimental de la protesta. De eso quiero hablar en este post. Preparaos, porque hoy en Conquista la Historia hablamos de estatuas y de memoria histórica
El contexto
Evidentemente, estamos hablando de los atentados contra los monumentos por lo que sucedió en Estados Unidos y Reino Unido hace unos meses. Creo que es bueno poner las cosas en su sitio y tener en cuenta el contexto, que es el de unas protestas raciales que gracias a la velocidad de las comunicaciones se ha expandido por todos los Estados Unidos y otros países de Europa. Las protestas comenzaron tras la muerte de George Floyd a causa de la brutalidad policial durante un arresto.
Las movilizaciones de masas han sido espectaculares y han comprendido desde grandes manifestaciones pacíficas hasta disturbios violentos que terminaban en saqueos. Pero lo más mediático y debatido ha sido el ataque a monumentos dedicados a grandes figuras históricas. Tras leer información sobre lo sucedido, creo que podemos dividir los atentados a los monumentos en tres grupos y podemos sacar algunas conclusiones históricas de esos actos de vandalismo.
La Guerra Civil de los Estados Unidos
El primer grupo son los atentados contra las estatuas dedicadas a los Confederados. Esto tiene mucho que ver con la memoria histórica de la Guerra de Secesión, motivada (en parte) por la defensa de la esclavitud de los Estados Confederados de América. Esta guerra consiguió cerrar grandes cuestiones abiertas en el país, entre ellas supuso la abolición de la esclavitud y consolidó el gobierno federal en los Estados Unidos. Pero también fue una guerra muy traumática. Provocó heridas que todavía no están cerradas.
Sí es verdad que, en comparación con España, muchos aplauden el proceso posterior de reconciliación entre los unionistas y los confederados. Pero esa reconciliación supuso también la consolidación del control del poder por parte de la élite blanca anglosajona, pasando la población afrodescendiente de la esclavitud a la segregación. No sería hasta los años 60 del siglo XX, un siglo después de terminar la Guerra de Secesión, que la población negra vería reconocidos sus derechos civiles. Y por supuesto, esa reconciliación hizo que durante mucho tiempo fuese normal encontrarte estatuas de héroes confederados en los estados del Sur, como por ejemplo Robert E. Lee. Incluso en Washington, DC tenemos la estatua de Albert Pike (objeto de un ataque durante las protestas raciales).
Desde hace unos años, la cuestión de las estatuas dedicadas a héroes confederados es motivo de polémica en los Estados Unidos. Al final no deja de ser una insurrección esclavista. La cuestión de la raza sigue siendo algo que divide a la sociedad estadounidense, donde hay potentes sectores de extrema derecha supremacistas y una población negra cada vez más molesta con su situación de exclusión social. Si tenemos en cuenta este panorama, los atraques a monumentos de confederados tienen continuidad con una polémica que viene de atrás. Era bastante predecible que pudiera pasar. No ha sorprendido tanto a la opinión pública.
La revisión del liberalismo anglosajón
El segundo gran grupo de monumentos que han sufrido ataques han impactado más a la opinión pública, porque ya no se atacan las estatuas dedicadas a la memoria de los Confederados. Se atacan estatuas de grandes figuras del liberalismo que generalmente son vinculadas a la democracia y la libertad. El ataque a la estatua de Winston Churchill en Londres impresionó a la opinión pública, que no podía comprender cómo los manifestantes podían arremeter irracionalmente contra el hombre que representó la resistencia del Reino Unido ante el nazismo.
La realidad es que el ataque a Winston Churchill es comprensible dentro del contexto de unos disturbios raciales. Tengamos en cuenta que Churchill no fue solamente esa resistencia frente al nazismo, fue otras cosas. Ciertamente, tuvo un papel fundamental en la defensa de la soberanía del Reino Unido en momentos muy duros. Consiguió cierto consenso político para resistir los bombardeos del nazismo y dejó para la historia unos discursos que son simplemente impresionantes. Pero también es verdad que fue un político tremendamente conservador. Tras pedirle a los trabajadores del Reino Unido “sangre, sudor y lágrimas” (que estos ofrecieron para salvar la soberanía de su país), no ofreció ninguna recompensa. No fue la estulticia del pueblo lo que hizo que Churchill perdiera las elecciones tras la Guerra, fue la negativa del líder conservador de hacer concesiones a la clase obrera en materia de sanidad o educación. Será Clement Attlee, el líder laborista que venció a Churchill en las elecciones de julio del 45, quien establecerá las bases del estado de bienestar en Reino Unido.
Además de conservador, y esto es importante para entender los ataques a su figura histórica por parte de la protesta, Winston Churchill fue un firme defensor del colonialismo y un racista. Y esto no es algo que se deba al tiempo que le tocó vivir. Por supuesto que en los tiempos de Churchill había más colonialistas en Reino Unido que ahora (aunque posiblemente ni el Brexit ni el tirón electoral de Boris Johnson pueden entenderse sin la nostalgia de lo que fue el imperio colonial británico), por supuesto que también había más racismo entonces que ahora, pero es que Churchill resultó excesivamente nacionalista y racista incluso para su época.
Su segundo gobierno (de 1951 a 1955) fue bastante triste y no suele ser muy recordado. Durante este tiempo Churchill intentó, en vano, cosas tan extravagantes como impedir la migración india a Reino Unido para mantener a la población blanca. Ninguno de sus ministros entendía esos grados de racismo y Churchill se sentía abandonado en una cuestión que para él era muy importante. En política exterior se negó a aceptar el fin del colonialismo, lanzando una dura y conflictiva política exterior para conservar el poderío del Reino Unido.
Estas protestas nos han hecho darnos cuenta de algo, hay una historia oscura del liberalismo. Al igual que otros muchos regímenes políticos, el liberalismo se abrió paso mediante la explotación, la violencia y la esclavitud. Y sus figuras históricas, adoradas por una política y una cultura anglosajona dominada por hombres blancos de clase media y alta, son ahora cuestionadas por las periferias (minorías raciales, ex colonias y las clases populares).
Esto afecta a Winston Churchill, colonialista y racista, pero también a Thomas Jefferson y George Washington (esclavistas). También a otras figuras del liberalismo anglosajón. Abordar políticamente la memoria racial de estos países, donde tan importante ha sido el racismo y la esclavitud, promete ser bastante complejo dado que transgrede las propias bases de sus naciones (no olvidemos que Estados Unidos, por ejemplo, es fruto de un proceso secesionista de unos esclavistas). Por su parte, los historiadores deberían bajar del altar el liberalismo, como ya hizo en su magnífico libro Contrahistoria del liberalismo el historiador italiano Domenico Losurdo.
Las consecuencias de la Leyenda Negra
El tercer bloque, que es el que por razones evidentes más ha impactado en la opinión pública española, es el ataque a monumentos dedicados a grandes figuras del Imperio Hispánico. Han atentado contra estatuas de Cristóbal Colón, Isabel la Católica, Fray Junípero Serra e incluso al ilustre escritor Miguel de Cervantes. Esto no se puede entender sin años y años de propaganda, a veces disfrazada de investigación académica, contra el Imperio Hispánico. La famosa Leyenda Negra. España como paradigma del abuso y la conquista imperial, de la esclavitud de los pueblos originarios y de la falta de escrúpulos para hacerse con los recursos naturales de las zonas conquistadas.
No vamos a hacer una leyenda rosa de la conquista de América por parte del Imperio Hispánico. Sabemos que en la conquista hubo violencia, explotación de los recursos y mano de obra esclava. Pero contextualicemos y sepamos ver la complejidad de la realidad del Imperio Hispánico. Colón fue un gran descubridor, dio con el continente americano y cambió el curso de la historia. Pero como gobernador debió ser tremendamente cruel y tiránico incluso para su época, mutilando y vendiendo como esclavos a los indígenas. Semejantes actos de crueldad y abusos de poder no solamente escandalizan a los millennials, escandalizaron a la reina Isabel la Católica (la cual no tenía Netflix, pero sí reconocía a los indígenas como súbditos de la corona).
¿Y la esclavitud? Pues existió esclavitud en la Monarquía Hispánica. Eso sí, era una esclavitud muy enfocada al trabajo doméstico, concentrada en el Sur y en la corte. En América, ya existía la esclavitud como forma de explotación de la mano de obra antes de la llegada del Imperio Hispánico. La practicaron tanto aztecas como incas. Los españoles, una vez conquistaron américa, recurrieron a la explotación de la mano de obra indígena para extraer los recursos naturales del continente. También se valieron de la mano de obra esclava procedente de África, que se fue volviendo más importante tras el declive demográfico de los indígenas. Una vez terminó el dominio español en América, la realidad de la esclavitud continuó. La mayor parte del comercio de esclavos en América se dio tras la independencia de las nuevas repúblicas. Cuando en 1837 se abolió la esclavitud en España, la oligarquía de las colonias de Cuba y Puerto Rico presionaron para que ahí no se aboliese. Tuvieron éxito en sus reclamaciones, llegaron incluso a amenazar con anexionarse a los Estados Unidos. En estos dominios españoles la esclavitud estuvo vigente hasta 1880. La esclavitud fue una de las principales fuentes de riqueza de las colonias españolas en América.
Debemos distanciarnos de las leyendas negras y de las rosas. España tiene un pasado ligado a la esclavitud y a la explotación de la mano de obra en sus dominios. No es la expresión de las mayores maldades del imperialismo, pero sí es una expresión de sus abusos en varias formas. Dicho esto, el Imperio Hispánico no es la fuente de los problemas que tiene Estados Unidos en la actualidad. Los españoles llegaron a América del Norte años después de la muerte de Cristóbal Colón. Fundaron ciudades y misiones religiosas. Después fueron replegándose a medida que los Estados Unidos avanzaban. Una buena parte de los monumentos a grandes figuras de la conquista han sido levantados por las autoridades legítimas de los Estados Unidos o promovidas (en el caso de Colón) por la comunidad italoamericana que buscaba identificarse e integrarse en la sociedad anglosajona. España en Estados Unidos ni pincha ni corta.
Es historia
No voy a decir si es adecuado que tal monumento esté en un lugar público o no. Tampoco si deben sufrir ataques de los disturbios. En principio, lo más cívico siempre es no destrozar el mobiliario urbano. Simplemente hemos querido trazar unas pocas líneas, desde el conocimiento histórico, sobre lo que está sucediendo en Estados Unidos y lo que la historia nos puede decir sobre ello. A mí se me ocurren algunas ideas. La primera, que las divisiones existentes durante la Guerra de Secesión tienen mucha importancia hoy, afectan a la conciencia nacional de los Estados Unidos y divide profundamente al país (entre los supremacistas y los defensores de los derechos de la población negra). El segundo, la necesidad de hacer una revisión crítica de las grandes figuras del liberalismo teniendo en cuenta también el enfoque desde la periferia del capitalismo (eslavos, la mano de obra explotada, las colonias etc.). Tercero, la vigencia a nivel popular de las Leyenda Negra y su instrumentalización política para distraer la protesta social hacia un enemigo externo. Sobre estas líneas se debería trabajar y no me cabe la menor duda de que se hará (ya se está haciendo, de hecho). Además de tener una posición como ciudadanos ante los disturbios (que es libre y depende de la posición política de cada uno) debemos buscar explicaciones a una serie de expresiones populares que tienen mucho que ver con la historia. Algo así viene a decir en este vídeo el youtuber PutoMikel, recomiendo verlo porque viene a decir lo mismo que yo, pero de manera bastante más amena.
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