El 8 de marzo es una de las fechas más significativas para el movimiento feminista en todo el mundo. Con motivo del Día Internacional de la Mujer hemos decidido realizar este artículo. Con él queremos que comprendáis el valor y origen histórico del 8 de marzo. ¡Comencemos!
El papel de la mujer en la Revolución francesa
La Toma de la Bastilla el 14 de julio de 1789 supuso un punto y aparte en el devenir de la historia europea. Pero no solo eso. Fue también un momento que marcó un antes y un después en la historia del feminismo.
En este sentido, las mujeres adquirieron mayor conciencia de su situación subordinada en la sociedad. Bajo el popular lema de “libertad, igualdad, fraternidad” comenzaron a participar en motines y protestas. Así, se convirtieron en sujetos políticos activos, luchando en igualdad junto a los hombres.
Sin embargo, la consolidación de la Revolución trajo consigo el refuerzo de los roles patriarcales que habían empezado a diluirse. Así, las mujeres se vieron relegadas de nuevo al ámbito privado, limitándose a ejercer su papel como madres y amas de casa. Por otro lado, la caída de la monarquía francesa trajo consigo la llegada del sufragio universal masculino. Excluidas las mujeres del derecho al voto, y perdido su derecho de ciudadanía, quedaron definitivamente marginadas de la esfera pública.
A pesar de todo lo anterior, en esta época se sentaron las bases del feminismo moderno. Olympe de Gouges, intelectual francesa, redactó la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana (1791), tomando como referencia la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789).
La lucha por el voto femenino
En la Inglaterra del siglo XIX se inició la Revolución Industrial, que modificó radicalmente las estructuras productivas, económicas y sociales de Europa y de gran parte del mundo. Así, en esta época asistiremos al desarrollo de nuevos medios de transporte y la aparición de inventos que transformarán en gran medida las comunicaciones.
Estos elementos fueron fundamentales para la gestación de un feminismo de corte internacional. Gracias a ellos, mejoró la capacidad de organización de los movimientos feministas, cuyas reivindicaciones cobrarían mayor efectividad a partir de entonces.
Los primeros feminismos tenían claro que, para lograr la emancipación femenina, era crucial conseguir un sufragio realmente universal, y que las mujeres también pudieran votar. Por esta razón, el sufragismo fue uno de los movimientos derivados del feminismo de la época que mayor fuerza cobró. Aunque su principal objetivo era conseguir el voto femenino, sus demandas fueron más allá y reivindicaron la igualdad entre hombres y mujeres a todos los niveles.
El movimiento sufragista en Estados Unidos: la importancia del feminismo negro
La lucha estadounidense por el sufragio femenino, coincidía en varios puntos con el movimiento por la abolición de la esclavitud, para el que fue crucial el surgimiento del llamado “feminismo negro”. Una figura fundamental dentro de esta ramificación del feminismo fue Sojourner Truth, esclava liberada que luchó por los derechos de las mujeres negras. Pronunció su discurso más emblemático en la Convención de los Derechos de la Mujer en Ohio (1851), donde proclamó su famosa frase: “Ain´t I a woman?” (“¿Acaso no soy una mujer?”).
A pesar de la sinergia entre estas dos corrientes feministas, hubo momentos de tensión entre ambas, surgidos de sus diferentes reivindicaciones. Los desencuentros en cuanto a sus objetivos fueron debidos a su distinto origen: mientras que el feminismo occidental nace de un pensamiento ilustrado, el feminismo negro se gesta en las comunidades de esclavos.
Finalmente, terminada la Guerra de Secesión (1861-1865), las reivindicaciones sociales se enfocaron en la abolición de la esclavitud, dejando en segundo plano aquellas propuestas por el feminismo sufragista.
Un claro ejemplo de esto es la creación de dos organizaciones, diferenciadas tanto en reivindicaciones como en estrategias de lucha, que finalmente se acabarían fusionando: La National Women’s Studies Association (NWSA), tenía como objetivo prioritario alcanzar el voto femenino. Por el contrario, la American Woman Suffrage Association (AWSA) priorizaba el sufragio para los negros en general. Las diferencias entre ambas organizaciones terminaron con el nacimiento de la National American Woman Suffrage Association (NAWSA).
Mujeres como Susan B. Anthony y Elizabeth Cady Stanton fueron figuras esenciales tanto para el movimiento sufragista americano como para afianzar las bases de la lucha feminista europea.
Emmeline Pankhurst y el movimiento de las suffragettes
Una figura clave para el feminismo de Inglaterra fue Millicent Fawcett, líder política y sindical que fundó la Unión Nacional de Sociedades de Sufragio Femenino (NUWSS) a finales del siglo XIX.
Las feministas afines a Fawcett optaron por el pacifismo como herramienta de lucha, centrándose en la modificación de leyes discriminatorias. Así, a través de reuniones y de la presentación de proyectos de ley, intentaron convencer a los hombres de sus objetivos. Sin embargo, los métodos pacifistas resultaron ineficaces, lo que dio paso a un feminismo centrado en la acción directa.
Emmeline Pankhurst fue la fundadora, a comienzos del siglo XX, de la Unión Social y Política de las Mujeres (WSPU). Esta organización, cercana al Partido Laborista independiente, es una escisión de la NUWSS. Pankhurst, al contrario que Fawcett, era partidaria de violar las leyes con tal de conseguir el voto femenino.
En este sentido, la líder de las suffragettes fue mucho más radical: sus partidarias no permitían la entrada de hombres en las organizaciones, y sus formas de reivindicación abarcaban desde el sabotaje y el ataque a los comercios públicos, hasta las huelgas de hambres cuando eran encarceladas. La violencia de sus acciones logró captar rápidamente la atención internacional.
Si queréis conocer más sobre este tema os recomendamos la película de Suffragette, dirigida por Sarah Gavron. La traducción del título del film al español contribuye a confundir a las sufragettes con las sufragistas, que ejercieron un feminismo bien diferenciado del anterior.
¿Por qué el 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer Trabajadora?
Aunque esta fecha ha cobrado una relevancia sin parangón en los últimos años, su celebración se remonta a principios del siglo XX, aunque con diferentes nomenclaturas.
Es más, el origen de este día tan importante para la lucha de las mujeres tiene un carácter socialista, tal y como veremos a continuación.
Uno de los primeros actos de reivindicación en este sentido fue el conocido como “Día de la Mujer”. Este episodio aconteció el 3 de mayo de 1908, en el teatro Garrick de Chicago, y estuvo dirigido por mujeres vinculadas al socialismo estadounidense, como Corinne Brown.
Casi un año más tarde, el 28 de febrero de 1909, se celebró el Día Nacional de la Mujer en la ciudad de Nueva York. La organización de este acto también estuvo encabezada por mujeres pertenecientes al Partido Socialista de los Estados Unidos. El objetivo era rememorar la huelga de trabajadores del sector textil que había tenido lugar el año anterior. En dicha huelga, secundada mayoritariamente por mujeres, se reivindicó la reducción de la jornada laboral, la equiparación de los salarios entre hombres y mujeres y el derecho a votar de estas últimas.
La huelga de las Camiseras de Nueva York de 1909
Varios meses más tarde en ese mismo año, sucedió un acontecimiento crucial para el movimiento obrero de EE.UU.: la denominada “Huelga de las Camiseras de Nueva York” o simplemente “Levantamiento de las 20 000”. Casi 20 000 trabajadoras de fábricas textiles de camisetas, en su mayoría mujeres, salieron a la calle para protestar por mejorar sus derechos.
Liderada por Clara Lemlich, contó con el apoyo de la Liga Nacional de Sindicatos de Mujeres de América (NWTUL). La Huelga de las Camiseras, cuya celebración continuó hasta 1913, supuso todo un referente para el posterior Día Internacional de la Mujer Trabajadora.
Internacionalización del Día de la Mujer
Afianzado este día en los Estados Unidos, la internacionalización del Día de la Mujer se la debemos a las mujeres socialistas alemanas:
Durante el desarrollo de la Segunda Internacional, tuvo lugar la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas en 1910 en la ciudad de Copenhague. Allí, se debatieron temas como la consecución del sufragio femenino, la mejora de los derechos laborales y la protección social de la figura de la madre. Por otro lado, las delegadas, Clara Zetkin y Kate Duncker, propusieron oficializar el Día de la Mujer en el resto de países. Así, con el apoyo general de todas las asistentes, se institucionalizó el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, celebrado por primera vez el 19 de marzo de 1911.
Las primeras movilizaciones se desarrollaron en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza, y lograron congregar a más de un millón de personas. Hombres y mujeres exigieron entonces un verdadero sufragio universal, así como acabar con la discriminación laboral de la mujer y permitir su acceso a cargos políticos. Solo en Berlín, el Partido Socialdemócrata alemán (SPD) organizó 42 asambleas públicas para discutir temas relacionados con el género.
Con el tiempo, la celebración de este día se expandió por una gran cantidad de países de occidente: Francia, Holanda, Suecia y Bohemia, por ejemplo, pudieron unirse a las reivindicaciones feministas antes de la Gran Guerra.
Cobra especial relevancia el caso de las mujeres rusas, las cuales, de una manera contundente, celebraron el Día Internacional de la Mujer el 28 de febrero de 1913. Estas mujeres salieron a la calle para luchar contra el imperialismo y en pro de la paz frente a la inminente guerra.
El papel de las mujeres durante la Revolución Rusa de 1917
Durante la Primera Guerra Mundial, un nuevo acontecimiento agitó Europa: la Revolución de Febrero de 1917 en Rusia. El papel de las trabajadoras rusas fue fundamental. Las primeras protestas se iniciaron el 8 de marzo de ese año, el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Las mujeres exigían pan, el fin de la guerra y del régimen zarista. Estas reivindicaciones fueron la chispa que inició la Revolución, a la que se unieron los trabajadores de las grandes fábricas de Petrogrado.
Tras la Revolución de Octubre de 1917 y, gracias a los esfuerzos de Alexandra Kolontái, se logró el voto femenino, la legalidad del divorcio y del aborto. Además, consiguió que el 8 de marzo se considerase fiesta oficial laborable en la URSS. No será hasta 1965, a través de un decreto de Stalin, que el Día Internacional de la Mujer Trabajadora pase a considerarse día no laborable.
A partir de este momento, la celebración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora se extendió vertiginosamente por todo el mundo, aunque de manera gradual. En China, por ejemplo, se celebró por primera vez en 1922, y en España tendríamos que esperar hasta unos meses antes de la Guerra Civil, en 1936.
Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional
En 1977, la ONU reconoció oficialmente el 8 de marzo como el Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional. Muchos de los países del globo fijaron este día para su celebración. Resulta curioso, a la vez que paradójico, que en EE.UU., país que sentó los precedentes de un día histórico, no se institucionalice hasta 1994.
El 8 de marzo en la actualidad
Aunque se han conseguido avances y logros importantes, aún queda mucho por hacer en lo que se refiere a la equiparación de derechos entre mujeres y hombres en todo el mundo. Es indiscutible que las movilizaciones feministas del 8 de marzo de 2018, resultan un hito en este sentido. Este día se ha denominado Paro Internacional de Mujeres o Huelga Internacional Feminista del 8-M.
En el caso de España, bajo los lemas de “Juntas Somos Más” y “Si nosotras paramos se para el mundo”, millones de mujeres salieron a las calles de todas las ciudades a reivindicar sus derechos laborales.
Entonces, ¿qué se celebra el 8 de marzo? Aunque los principales motivos de la huelga son denunciar la desigualdad salarial, y reivindicar la igualdad de oportunidades y la importancia del rol de la mujer en el hogar, se denunciaron también otras injusticias: la violencia machista o el acoso sexual. Del mismo modo, el 8 de marzo fue un día propicio para reclamar el derecho al autoplacer y al aborto, la diversidad de orientaciones sexuales e identidades de género.
Conclusión
Hoy parece una obviedad que las mujeres puedan votar. Sin embargo, lograron este derecho hace menos de cien años, y solo se legalizó el voto femenino en algunos países. De hecho, aún en pleno siglo XXI hay países donde las mujeres no pueden votar.
Por otro lado, desde hace siglos la historia de las mujeres se ha intentado invisibilizar. Afortunadamente, hoy en día esta situación está cambiado, y hay un mayor conocimiento del papel femenino en todos los ámbitos, y de su indiscutible calado en la humanidad. Los estudios de género, sin duda, han contribuido notablemente a ello.
En síntesis, el mundo tal y como lo conocemos hoy día sería muy diferente sin la tenacidad, la fuerza y el coraje de todas aquellas mujeres que han luchado, a lo largo de la historia, por la igualdad de derechos.
Me gustaría acabar este artículo con unas palabras y un vídeo poema del músico y poeta Marwan.
“Madres, mujeres, hermanas, parejas, compañeras, eternas, compañeras, milagro, compañeras, sin dueño, compañeras, siempre, compañeras”
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